Tal y como recoge Kabaleb, magnífico
instructor cabalista, en su obra “Curso de Interpretación Esotérica de los
Evangelios”, tras la sentencia estudiada en correspondencia con Gueburah “El
pan nuestro de cada día…”, aparece en las fuentes de las enseñanzas esotéricas
un mandato que no se recoge en la versión del Padre Nuestro que nos ha llegado.
Esta expresión da vida a una petición: “Refresca
nuestras almas con las aguas vivas”. Esta proclamación, tras la ardua labor
realizada por el alma humana en la Esfera de Gueburah, se nos antoja un canto
de sirenas, anunciando una súplica por recibir el reconfortable y purificador
baño de las Aguas Vivas de Hochmah. Esas Aguas Vivas, están aludiendo al
sentimiento más elevado, el Amor Universal.
Se hace inevitable, que el hombre “arrojado al
Este del Edén”, y obligado a adquirir conciencia a través de la vía del rigor,
del trabajo, sienta su alma sedienta de ese reconfortante sentimiento de unión
con el creador.
Podemos buscar una experiencia vital en el hombre
para acercarnos a comprender la dinámica que estamos analizando. La encontraremos,
al meditar sobre el acto de gestación de una criatura en el vientre materno. Ese
ser en crecimiento se encuentra formando parte de su creador durante los 9
meses necesarios para su gestación, es inconsciente del mundo externo y
encuentra su alimento, directamente del cuerpo de la madre.
De este modo, la humanidad pre-adamita, se
encontraba formando parte de su creador, del cual recibía el alimento necesario
para su crecimiento anímico. El estado de inconciencia, era semejante al de la
criatura que se gesta en el vientre materno. Pero esa criatura, está llamada a
ser su propio agente creador, está llamado a ser como su padre, pues está
dotado de sus mismos atributos creadores, y alcanzado el tiempo de gestación
necesarios, saldrá al exterior, donde a partir de ese momento, comenzará una
nueva aventura, la conquista de la individualidad.
A partir de ese momento, el mundo de la
división, de la “separación”, le despertará necesidades vitales que deberá
satisfacer. El camino será arduo y duro, y al igual como el arco iris anuncia
el final de la tormenta, el alma siente añoranza por rencontrarse con su
Origen, y proclama “Refresca nuestras almas con las aguas vivas”, es decir, embriáganos
con la fragancia del perfume del Supremo Amor, vivifica nuestros sentimientos,
nuestro corazón (Tiphereth), para que nuestra conciencia, repleta de esa Luz se
ilumine y nos lleve a recobrar la memoria de nuestra verdadera procedencia.
Tiphereth se sitúa en el corazón del Árbol
Cabalístico, en el centro de las Columnas del Templo Espiritual, y con esta
posición nos invita a pensar en la idea de equilibrio. Tiphereth realiza una
doble función en el Árbol Cabalístico, por un lado, es el He de la Columna
Central, dirigida por Kether, y por otro lado, es el Vav del Plano Emocional,
donde se encuentran Hesed, Gueburah y Tiphereth. Por lo tanto, diremos que por
un lado, es la “tierra humana” donde la semilla de Kether se interioriza, o lo
que es lo mismo, es el corazón físico que recibe el impulso de vida para
permitir la manifestación de la existencia. Cuando ese corazón agota sus
latidos, la existencia vital del Designio (Kether), pasa a formar parte del
historial akashico del alma y enriquece con su bagaje, los valores del
Espíritu.
El corazón es la fuente de donde el hombre
puede recibir la inspiración del camino a seguir. Esa es la razón de las “corazonadas”.
Refresca nuestras almas con las aguas vivas,
es una súplica para que ese órgano motor, la conciencia, se manifieste en su
esplendor en nuestro interior y permita al alma humana exclamar: “Hágase tu
voluntad, Padre, y no la mía”.
...continuará
No hay comentarios:
Publicar un comentario