El jardín
del Edén III.
Traducción
Convencional: “Tomó, pues, Yavé Dios al hombre y le puso en el jardín
del Edén para que lo cultivase y guardase, y le dio este mandato: “De todos los
árboles del paraíso puedes comer, pero del árbol de la ciencia del bien y del
mal no comas, porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”.
Pasemos a la traducción de Fabre
d´Oliver: “Así
pues, Jehová, el Ser de Seres, habiendo tomado Adam, el Hombre Universal, lo
colocó en el recinto orgánico de la sensibilidad temporal, para que lo
elaborara y lo guardara con cuidado”.
Y le
recomendó fuertemente, Jehová, Él- los Dioses, declarándole así su voluntad:
”de toda la substancia vegetativa del recinto orgánico, puedes alimentarte sin
temor, pero de la substancia propia del conocimiento del bien y del mal,
guárdate de consumirla, ya que el día mismo en que te alimentes de ella, te
convertirás en mudable y morirás”.
Es un momento estelar, que sin duda se
encuentra inscrito en la “memoria de la naturaleza”, y por ende, en la memoria
inconsciente del colectivo formado por la humanidad. Se trata de un momento
crucial, la semilla se ha convertido en árbol con capacidad para dar frutos, o
lo que es lo mismo, la energía etérica, ondular, adquiere el estado
corpuscular, para convertirse en un recinto orgánico, en un cuerpo material.
Ese recinto, nos aclara la traducción, tiene la peculiaridad de la
“sensibilidad temporal”, y con ello nos indica, la condición del Mundo Físico,
donde su Estado de Ser no es real, si entendemos por real: eterna, sino que es
temporal, perecedera, y por lo tanto ilusoria e irreal.
Podemos decir, que a partir de ese
momento, el Adam universal está “completo” es decir, cuenta con los Vehículos
necesarios para desarrollar los Trabajos del 4º Día. Estos Vehículos son:
Cuerpo Denso, Cuerpo Etérico, Cuerpo de Deseos y Cuerpo Mental.
“Y le
recomendó fuertemente, Jehová…”. Nos llama la atención el énfasis que aporta
la traducción de esta parte del pasaje. La advertencia, pues se trata de una
recomendación y no de una imposición, que iría en contra del libre albedrío
heredado por Adam de su Creador, nos pone en alerta, pues sin duda, llevaría
implícita un mensaje cuyas consecuencias resultaría trascendente para la futura
evolución de la Humanidad.
”…de
toda la substancia vegetativa del recinto orgánico, puedes alimentarte sin
temor, pero de la substancia propia del conocimiento del bien y del mal,
guárdate de consumirla, ya que el día mismo en que te alimentes de ella, te
convertirás en mudable y morirás”.
¿Qué intención llevaría a Elohim a
poner en el jardín un árbol cuyo fruto recomendara a su creación, no comer de
él? ¿No hubiese sido más fácil, no haberlo creado? Pera esta reflexión se
sustenta sobre un total desconocimiento de la Acción Creadora de Elohim.
Hemos analizado uno por uno, los 7 Días de la Creación , y ello nos ha
permitido conocer como ha quedado estructurado el Esquema Organizativo
dispuesto por la Divinidad ,
los diferentes Mundos y Planos de Manifestación, así como los distintos
Vehículos para “circular” por dichos Mundos. Estamos en condiciones de saber,
que el Mundo del 4º día, el Físico, es la copia exacta de los Mundos
Superiores. El axioma hermético nos lo confirma: “Como arriba es abajo”. Por lo
tanto, las condiciones que se han establecido para los Planos Superiores deben
regir para los Planos Inferiores.
El Conocimiento, el Discernimiento, es
un Atributo del Séfira Binah, el tercer rostro divino. Su Trabajo consiste en
establecer las Leyes que toda creación debe cumplir. De su fuente emana la
matriz que da lugar al “conocimiento del bien y del mal”. Esa es la razón por
la que en el “jardín del Edén” debía encontrarse, pues como hemos adelantado,
ese Mundo es la réplica de los de Arriba.
¿Pero, por qué la recomendación de
Elohim de no comer de él? La respuesta debemos buscarla en el momento evolutivo
en el que se produce tales hecho. La Humanidad acaba de adquirir una nueva condición;
tiene un nuevo Vehículo que le aporta nuevas experiencias. Es inexperto en el
manejo de dicho Vehículo y corre el riesgo de utilizarlo indebidamente. Su
buscamos una analogía, quizas nos ayude lo que ocurre a una criatura recién
nacida, la cual se enfrenta a un mundo inhóspito al que debe adaptarse en un
continuo proceso de crecimiento. Si a cada actuación de este ser, vamos
indicándole lo que está bien o está mal, le estamos impidiendo seguir el
proceso natural por el que debería aprender y enriquecer su conciencia. El
decirle lo que le va a pasar antes de que experimente por sí mismo, le acelera
el aprendizaje, pero igualmente se vincula con su mentor, estableciéndose una
relación de “deuda” con él.
Eso fue lo que ocurrió en el Proceso adámico.
Veamos cómo fue.
La substancia propia del conocimiento del bien y del mal,
ya lo hemos adelantado, está vinculada con Binah, en cuyo Centro de Conciencia
trabajan entidades superiores al Hombre.
Estas entidades se conocen con el nombre de Ángeles.
De ellos recibimos la facultad de Discernir lo bueno de
lo malo, pero al vincularnos voluntariamente a ellos, nos convertimos automáticamente
en sus ejecutores.
Nuestra inexperiencia en ese tramo del camino,
imposibilitaba el traducir plenamente sus energías en actos, lo que conllevaba,
que o bien desperdiciamos parte de esas energías, la cual resbala hacia el
abismo, o bien, actuamos contrariamente a las Leyes Cósmicas poniendo en
circulación una energía destructiva.
Decíamos que la energía mal canalizada alcanza el nivel
dispuesto por la Divinidad
para estos casos, el Abismo. En esta zona “inferior” evolucionan Entidades con
las que nos relacionamos en ese intercambio de energía.
¿Qué clase de Entidades utilizan en el Abismo, las
energías que no conseguimos integrar en nuestra conciencia por la vía del amor?
Lo recogido en el Génesis hace referencia a la “historia”
protagonizada por Elohim, el Dios de nuestro Sistema Solar. Ya tuvimos ocasión
de indicar, que cada Sistema Solar tiene su “Hacedor”, por lo que podemos
hablar de otros Dioses Creadores. Decíamos, igualmente, que el Dios de nuestro
Sistema se encuentra ocupando un peldaño evolutivo de la Gran Escalera que le lleva a su
meta final, convertirse en lo que se llama Ain-Sof o Absoluto.
Podemos determinar, que antes que Elohim adquiriese la
condición creadora, otros Seres Creadores han llevado a cabo su propio proceso
creador. Como consecuencia de ello, las Oleadas de vidas emanadas en dicho
“acto”, han seguido un programa similar a las protagonizadas por la acción
creadora del Dios de nuestro Sistema. Podemos decir en este sentido, que de las
cuatro Oleadas de Vida puestas en circulación por Elohim, tan sólo la Humana llegará a alcanzar
la condición de Dioses Creadores. Los animales, vegetales y minerales
tendrán que esperar a otro Proyecto
Creador.
Nos dice Kabaleb a este respecto, en su obra “Interpretación Esotérica del Antiguo
Testamento”, que la humanidad que había adquirido esa condición en un anterior
Proceso Creador, en el 4º Día había alcanzado un nuevo estado de conciencia, el
angélico. Dicha categoría de seres se vio escindida en grupos, como ahora lo
estamos nosotros, de forma que mientras unos, los ángeles, habitaban los
cielos, otros, los luciferianos, habitaban en el Abismo, encontrándose así en
condiciones de devorar los mendrugos que caen de la mesa de Adam.
La recomendación de Jehová, adquiere significado, pues en
la medida en que el hombre “decide” comunicarse con dichas entidades, las
cuales eran unos rezagados de su Oleada de Vida, se ponía en peligro el proceso
natural de crecimiento diseñado para la Humanidad.
Ya hemos dicho que se trataba de una recomendación y no
de una prohibición. Si la
Divinidad no hubiese querido que Adam comiese de ese fruto,
nunca se hubiera producido tal hecho. Pero Adam es un “Dios en Potencia”, y
cuenta con ese ardor por su condición divina. Los luciferes eran “semidioses” y
ese estado fue estímulo suficiente para ganar nuestro interés.
“…guárdate
de consumirla, ya que el día mismo en que te alimentes de ella, te convertirás
en mudable y morirás”.
La interpretación que da Fabre a la palabra morirás es la
siguiente: en su sentido propio, es una fusión, una extensión simpática, un
tránsito, un retorno a la sede universal. La muerte es la condición que
adquirimos cuando hemos comido “anticipadamente” del fruto del conocimiento del
Bien y del Mal. Ese “saber prematuro” nos lo suministra de primera mano, los
luciferes, que como veremos más adelante nos “tentarán” para que comamos dicho
fruto. La relación que se establece a partir de ese momento, es decisivo para
la evolución del Ser, pues de no haberse producido ese “contacto”, la vía de
aprendizaje de nuestra personalidad divina se habría llevado a cabo sin
necesidad de que nuestro Vehículo Físico se destruyera, sin pérdida transitoria
de la conciencia.
Pero como bien recoge Kabaleb sobre este particular, las Oleadas
de Vida se penetran entre sí y es imposible evitar las consecuencias de ese
contacto.
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