viernes, 12 de abril de 2019

Génesis: "El Despertar del Ser" - 12ª parte -

El jardín del Edén III.

Traducción Convencional: Tomó, pues, Yavé Dios al hombre y le puso en el jardín del Edén para que lo cultivase y guardase, y le dio este mandato: “De todos los árboles del paraíso  puedes comer,  pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas, porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”.

Pasemos a la traducción de Fabre d´Oliver: Así pues, Jehová, el Ser de Seres, habiendo tomado Adam, el Hombre Universal, lo colocó en el recinto orgánico de la sensibilidad temporal, para que lo elaborara y lo guardara con cuidado”.
Y le recomendó fuertemente, Jehová, Él- los Dioses, declarándole así su voluntad: ”de toda la substancia vegetativa del recinto orgánico, puedes alimentarte sin temor, pero de la substancia propia del conocimiento del bien y del mal, guárdate de consumirla, ya que el día mismo en que te alimentes de ella, te convertirás en mudable y morirás”.

Es un momento estelar, que sin duda se encuentra inscrito en la “memoria de la naturaleza”, y por ende, en la memoria inconsciente del colectivo formado por la humanidad. Se trata de un momento crucial, la semilla se ha convertido en árbol con capacidad para dar frutos, o lo que es lo mismo, la energía etérica, ondular, adquiere el estado corpuscular, para convertirse en un recinto orgánico, en un cuerpo material. Ese recinto, nos aclara la traducción, tiene la peculiaridad de la “sensibilidad temporal”, y con ello nos indica, la condición del Mundo Físico, donde su Estado de Ser no es real, si entendemos por real: eterna, sino que es temporal, perecedera, y por lo tanto ilusoria e irreal.

Podemos decir, que a partir de ese momento, el Adam universal está “completo” es decir, cuenta con los Vehículos necesarios para desarrollar los Trabajos del 4º Día. Estos Vehículos son: Cuerpo Denso, Cuerpo Etérico, Cuerpo de Deseos y Cuerpo Mental.

“Y le recomendó fuertemente, Jehová…”. Nos llama la atención el énfasis que aporta la traducción de esta parte del pasaje. La advertencia, pues se trata de una recomendación y no de una imposición, que iría en contra del libre albedrío heredado por Adam de su Creador, nos pone en alerta, pues sin duda, llevaría implícita un mensaje cuyas consecuencias resultaría trascendente para la futura evolución de la Humanidad.

”…de toda la substancia vegetativa del recinto orgánico, puedes alimentarte sin temor, pero de la substancia propia del conocimiento del bien y del mal, guárdate de consumirla, ya que el día mismo en que te alimentes de ella, te convertirás en mudable y morirás”.

¿Qué intención llevaría a Elohim a poner en el jardín un árbol cuyo fruto recomendara a su creación, no comer de él? ¿No hubiese sido más fácil, no haberlo creado? Pera esta reflexión se sustenta sobre un total desconocimiento de la Acción Creadora de Elohim. Hemos analizado uno por uno, los 7 Días de la Creación, y ello nos ha permitido conocer como ha quedado estructurado el Esquema Organizativo dispuesto por la Divinidad, los diferentes Mundos y Planos de Manifestación, así como los distintos Vehículos para “circular” por dichos Mundos. Estamos en condiciones de saber, que el Mundo del 4º día, el Físico, es la copia exacta de los Mundos Superiores. El axioma hermético nos lo confirma: “Como arriba es abajo”. Por lo tanto, las condiciones que se han establecido para los Planos Superiores deben regir para los Planos Inferiores.

El Conocimiento, el Discernimiento, es un Atributo del Séfira Binah, el tercer rostro divino. Su Trabajo consiste en establecer las Leyes que toda creación debe cumplir. De su fuente emana la matriz que da lugar al “conocimiento del bien y del mal”. Esa es la razón por la que en el “jardín del Edén” debía encontrarse, pues como hemos adelantado, ese Mundo es la réplica de los de Arriba.

¿Pero, por qué la recomendación de Elohim de no comer de él? La respuesta debemos buscarla en el momento evolutivo en el que se produce tales hecho. La Humanidad acaba de adquirir una nueva condición; tiene un nuevo Vehículo que le aporta nuevas experiencias. Es inexperto en el manejo de dicho Vehículo y corre el riesgo de utilizarlo indebidamente. Su buscamos una analogía, quizas nos ayude lo que ocurre a una criatura recién nacida, la cual se enfrenta a un mundo inhóspito al que debe adaptarse en un continuo proceso de crecimiento. Si a cada actuación de este ser, vamos indicándole lo que está bien o está mal, le estamos impidiendo seguir el proceso natural por el que debería aprender y enriquecer su conciencia. El decirle lo que le va a pasar antes de que experimente por sí mismo, le acelera el aprendizaje, pero igualmente se vincula con su mentor, estableciéndose una relación de “deuda” con él.

Eso fue lo que ocurrió en el Proceso adámico. Veamos cómo fue.

La substancia propia del conocimiento del bien y del mal, ya lo hemos adelantado, está vinculada con Binah, en cuyo Centro de Conciencia trabajan  entidades superiores al Hombre. Estas entidades se conocen con el nombre de Ángeles.
De ellos recibimos la facultad de Discernir lo bueno de lo malo, pero al vincularnos voluntariamente a ellos, nos convertimos automáticamente en sus ejecutores.
Nuestra inexperiencia en ese tramo del camino, imposibilitaba el traducir plenamente sus energías en actos, lo que conllevaba, que o bien desperdiciamos parte de esas energías, la cual resbala hacia el abismo, o bien, actuamos contrariamente a las Leyes Cósmicas poniendo en circulación una energía destructiva.
Decíamos que la energía mal canalizada alcanza el nivel dispuesto por la Divinidad para estos casos, el Abismo. En esta zona “inferior” evolucionan Entidades con las que nos relacionamos en ese intercambio de energía.

¿Qué clase de Entidades utilizan en el Abismo, las energías que no conseguimos integrar en nuestra conciencia por la vía del amor?

Lo recogido en el Génesis hace referencia a la “historia” protagonizada por Elohim, el Dios de nuestro Sistema Solar. Ya tuvimos ocasión de indicar, que cada Sistema Solar tiene su “Hacedor”, por lo que podemos hablar de otros Dioses Creadores. Decíamos, igualmente, que el Dios de nuestro Sistema se encuentra ocupando un peldaño evolutivo de la Gran Escalera que le lleva a su meta final, convertirse en lo que se llama Ain-Sof o Absoluto.
Podemos determinar, que antes que Elohim adquiriese la condición creadora, otros Seres Creadores han llevado a cabo su propio proceso creador. Como consecuencia de ello, las Oleadas de vidas emanadas en dicho “acto”, han seguido un programa similar a las protagonizadas por la acción creadora del Dios de nuestro Sistema. Podemos decir en este sentido, que de las cuatro Oleadas de Vida puestas en circulación por Elohim, tan sólo la Humana llegará a alcanzar la condición de Dioses Creadores. Los animales, vegetales y minerales tendrán  que esperar a otro Proyecto Creador.

Nos dice Kabaleb a este respecto,  en su obra “Interpretación Esotérica del Antiguo Testamento”, que la humanidad que había adquirido esa condición en un anterior Proceso Creador, en el 4º Día había alcanzado un nuevo estado de conciencia, el angélico. Dicha categoría de seres se vio escindida en grupos, como ahora lo estamos nosotros, de forma que mientras unos, los ángeles, habitaban los cielos, otros, los luciferianos, habitaban en el Abismo, encontrándose así en condiciones de devorar los mendrugos que caen de la mesa de Adam.

La recomendación de Jehová, adquiere significado, pues en la medida en que el hombre “decide” comunicarse con dichas entidades, las cuales eran unos rezagados de su Oleada de Vida, se ponía en peligro el proceso natural de crecimiento diseñado para la Humanidad.
Ya hemos dicho que se trataba de una recomendación y no de una prohibición. Si la Divinidad no hubiese querido que Adam comiese de ese fruto, nunca se hubiera producido tal hecho. Pero Adam es un “Dios en Potencia”, y cuenta con ese ardor por su condición divina. Los luciferes eran “semidioses” y ese estado fue estímulo suficiente para ganar nuestro interés.

“…guárdate de consumirla, ya que el día mismo en que te alimentes de ella, te convertirás en mudable y morirás”.

La interpretación que da Fabre a la palabra morirás es la siguiente: en su sentido propio, es una fusión, una extensión simpática, un tránsito, un retorno a la sede universal. La muerte es la condición que adquirimos cuando hemos comido “anticipadamente” del fruto del conocimiento del Bien y del Mal. Ese “saber prematuro” nos lo suministra de primera mano, los luciferes, que como veremos más adelante nos “tentarán” para que comamos dicho fruto. La relación que se establece a partir de ese momento, es decisivo para la evolución del Ser, pues de no haberse producido ese “contacto”, la vía de aprendizaje de nuestra personalidad divina se habría llevado a cabo sin necesidad de que nuestro Vehículo Físico se destruyera, sin pérdida transitoria de la conciencia.
Pero como bien recoge Kabaleb sobre este particular, las Oleadas de Vida se penetran entre sí y es imposible evitar las consecuencias de ese contacto.

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