domingo, 12 de noviembre de 2023

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 316

LECCIÓN 316

Todos los regalos que les hago a mis hermanos me pertenecen.


1. Del mismo modo en que cada uno de los regalos que mis her­manos hacen me pertenece, así también cada regalo que yo hago me pertenece a mí. 2Cada uno de ellos permite que un error pasado desaparezca sin dejar sombra alguna en la santa mente que mi Padre ama. 3Su gracia se me concede con cada regalo que cualquier hermano haya recibido desde los orígenes del tiempo, y más allá del tiempo también. 4Mis arcas están llenas, y los ánge­les vigilan sus puertas abiertas para que ni un solo regalo se pierda, y sólo se puedan añadir más. 5Déjame llegar allí donde se encuentran mis tesoros, y entrar a donde en verdad soy bienve­nido y donde estoy en mi casa, rodeado de los regalos que Dios me ha dado.

2. Padre, hoy quiero aceptar Tus regalos. 2No los reconozco. 3Mas confío en que Tú que me los diste, me proporcionarás los medios para poder contemplarlos, ver su valor y estimarlos como lo único que deseo.


¿Qué me enseña esta lección? 

No puedo dar lo que no tengo. Del mismo modo, no puedo recibir aquello que no doy.

La visión del ego, nos lleva a creer en la necesidad, pues lo que posee no es lo que realmente tiene, sino lo que recibe de los demás. Esto propicia la creencia en la escasez y en la necesidad, lo que lleva a veces a apoderarse de lo que no es suyo, en su afán de cubrir sus necesidades.

La visión del Espíritu, nos lleva a creer en la abundancia, pues es su estado natural. No basa sus creencias en la posesión, pues poseer lo que ya se tiene no tiene sentido alguno. Atesorar no es el propósito del Espíritu, pues no se encuentra su felicidad en ese acto, sino en el de dar, pues es consciente, de que no existe diferencia,  ni separación, entre nuestros hermanos y nosotros.

Padre, permíteme hacer consciente los regalos con los que me has creado. Permíteme, se consciente de tu Paz, pues es mi voluntad darla al mundo, para que siempre forme parte de mí.

Permíteme, Padre, ser consciente de tu Amor, pues es mi Voluntad compartirlo con el mundo.

Permíteme, Padre, ser consciente de tu Unidad, pues es mi Voluntad Ser Uno con los demás.

Permíteme, Padre, se consciente de tu Abundancia, pues es mi Voluntad extender Tu Plenitud y crear un mundo Sano y Salvo.

Gracias, Padre, por hacerme consciente de los Regalos con los que me has creado.

Ejemplo-Guía: "No somos conscientes de nuestra abundancia"

Tal vez nos cueste dificultad aceptar que la abundancia o la escasez, son estados de nuestra mente, pues el sistema de pensamiento con el que estamos identificado nos lleva a creer tan solo en lo que percibimos. Por lo tanto, si tener o no tener, depende de lo percibido, de lo recibido, es lógico pensar que nos identificamos con la necesidad, lo que significa que nos interpretamos, nos juzgamos, como seres necesitados.

Es como si hubiésemos asumido que Dios nos ha retirado su protección, su alimento, y nos hubiese castigado, por desobedecer Su Precepto de no comer del Árbol del Bien y del Mal, a ser carentes y necesitados.

¿Por qué nos sentimos carentes y necesitados? ¿Cuál es su origen?

Dentro de los 50 Principios de Milagros recogidos en el Curso, encontramos varios de ellos que nos hablan de la carencia y de la necesidad. En esta ocasión, quiero compartir lo recogido con motivo del Principio 42: "Uno de los mayores beneficios que se deriva de los milagros es su poder para liberarte de tu falso sentido de aislamiento, privación y carencia".

Con el Principio 42, analizamos las aportaciones del Curso con relación a la causa que dio origen a la falsa creencia en la privación, la soledad, el aislamiento, la carencia y como consecuencia de ello, de la falta de paz.

¿Cómo encontrar la paz?

La respuesta del Curso a esta cuestión es clara y directa: “Tú que quieres la paz sólo la puedes encontrar perdonando completamente”. Con esta frase, comienza el punto VI del Capítulo I del Texto, titulado “La Ilusión de las necesidades”. Doy continuidad al mismo, pues en él queda explicado el origen de la necesidad:

“Nadie aprende a menos que quiera aprender y crea que de alguna manera lo necesita. Si bien en la creación de Dios no hay carencia, en lo que tú has fabricado es muy evidente. De hecho, ésa es la diferencia fundamental entre lo uno y lo otro. La idea de carencia implica que crees que estarías mejor en un estado que de alguna manera fuese diferente de aquel en el que ahora te encuentras. Antes de la "separación", que es lo que significa la "caída", no se carecía de nada. No había necesidades de ninguna clase. Las necesidades surgen debido únicamente a que tú te privas a ti mismo. Actúas de acuerdo con el orden particular de necesidades que tú mismo estableces. Esto, a su vez, depende de la percepción que tienes de lo que eres.

La única carencia que realmente necesitas corregir es tu sensación de estar separado de Dios. Esa sensación de separación jamás habría surgido si no hubieses distorsionado tu percepción de la verdad, percibiéndote así a ti mismo como alguien necesitado. La idea de un orden de necesidades surgió porque, al haber cometido ese error fundamental, ya te habías fragmentado en niveles que comportan diferentes necesidades. A medida que te vas integrando te vuelves uno, y tus necesidades, por ende, se vuelven una. Cuando las necesidades se unifican suscitan una acción unificada porque ello elimina todo conflicto.

La idea de un orden de necesidades, que proviene del error original de que uno puede estar separado de Dios, requiere corrección en su propio nivel antes de que pueda corregirse el error de percibir niveles. No te puedes comportar con eficacia mientras operes en diferentes niveles. Sin embargo, mientras lo hagas, la corrección debe proceder verticalmente, desde abajo hacia arriba. Esto es así porque crees que vives en el espacio, donde conceptos como "arriba" y "abajo" tienen sentido. En última instancia, ni el espacio ni el tiempo tienen ningún sentido. Ambos son meramente creencias”.

He de reconocer que el tema me fascina. Me declaro un eterno buscador de la verdad en lo referente a los “orígenes” del ser. La cuestión ¿por qué el Hijo de Dios se separó de su Padre? siempre la he considerado de vital importancia para comprender nuestra existencia.

De lo expuesto en el párrafo anterior, me quedo con tres ideas interesantes:

  • Actuamos de acuerdo con el orden particu­lar de necesidades que establecemos. Esto, a su vez, depende de la percepción que tenemos  de lo que somos.
  • La separación jamás habría surgido si no hubiésemos distorsionado nuestra percepción de la verdad, percibiéndonos como alguien necesi­tado.
  • La idea de un orden de necesidades surgió porque, al haber cometido ese error fundamental, ya nos habíamos fragmentado en niveles que comportan diferentes necesidades.
Como bien expresa el Curso, no podemos comportarnos con eficacia mientras operemos en diferentes niveles. Sin embargo, esa fue la causa. En la Unidad compartida con El Padre, el Ser es Uno y se “alimenta” de Su Mente. En ese Estado no existe necesidad, pues no hay división de niveles. Todo Es Mente.
La cuestión es que hemos sido creados a Imagen y Semejanza de Dios, lo que significa que potencialmente somos portadores de sus mismos Poderes Creadores. Entre estos Poderes se encuentra la Voluntad, la cual nos capacita para actuar con total libertad.

Se nos enseña en el punto que estamos estudiando, que nadie aprende a menos que quiera aprender y crea que de alguna manera lo necesita. ¿Necesitaba aprender el Hijo de Dios? ¿Aprender qué, cuando ya formaba parte del Conocimiento Absoluto?

Me atrevería a decir, que el Hijo de Dios, quiso hacer uso de su Potencial Creador, lo que le llevó a dirigir Su Pensamiento por sí mismo, lo que propició un estado de “pre-conciencia” individualizada, a lo que se ha llamado estado de “separación”. La Verdad (Unidad) queda distorsionada y esa sensación primigenia de separación se traduce en la percepción de la carencia.

Reflexión: ¿Qué doy? ¿Qué recibo?

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