sábado, 15 de noviembre de 2025

UCDM. Libro de Ejercicios. Lección 319

LECCIÓN 319

Vine a salvar al mundo.

1. He aquí un pensamiento del que se ha eliminado toda traza de arrogancia y en el que sólo queda la verdad. 2Pues la arrogancia se opone a la verdad. 3Mas cuando la arrogancia desaparece, la ver­dad viene inmediatamente y llena el espacio que, al irse el ego, quedó libre de mentiras. 4Únicamente el ego puede estar limitado y, por consiguiente, no puede sino perseguir fines limitados y res­trictivos. 5El ego piensa que lo que uno gana, la totalidad lo pierde. 6La Voluntad de Dios, sin embargo, es que yo aprenda que lo que uno gana se le concede a todos.

2. Padre, Tu Voluntad es total. 2la meta que emana de ella comparte su totalidad. 3¿Qué otro objetivo podrías haberme encomendado sino la salvación del mundo? 4¿Y qué otra cosa sino eso podría ser la Voluntad que mi Ser ha compartido Contigo?


¿Qué me enseña esta lección? 

Sí, ese es mi propósito: Salvar al mundo. Pero sé que no podré alcanzar este objetivo si antes no logro salvarme a mí mismo.

Muchas veces he querido ayudar a los demás, olvidando ayudarme a mí mismo. Me di cuenta de que lo que quería ofrecerles era justamente lo que yo más necesitaba. Los demás son como un espejo en el que puedo ver mis propias necesidades.

Hoy me doy cuenta de que mi propia salvación es el camino que me llevará a salvar al mundo. No puede ser de otra forma, porque entre el Yo y el mundo no hay separación ni diferencia. Si no me salvo, no podré ayudar a salvar a mis hermanos. Y si uno de ellos no se salva, mi salvación no estará completa. Somos el Hijo de Dios.

La salvación del Hijo de Dios implica recuperar la mirada de la inocencia. Es fundamental que esta verdad se convierta en uno de los objetivos centrales de nuestra vida. Ver el pecado en otros es simplemente proyectar nuestra propia creencia en él.

Hoy declaro el perdón de todos mis pensamientos y sentimientos erróneos. Afirmo mi inocencia y estoy listo para compartir esa visión con mis hermanos.

Hoy declaro que soy un ser divino y que estoy en unidad con todo lo creado. Soy tal como Dios me creó.


Ejemplo-Guía: "¿Cómo puedes salvar al mundo?"

Puede que te estés preguntando, al igual que yo, ¿cómo es posible salvar al mundo, cuando el Curso nos dice que este mundo no es real?

Pero, como habrás intuido, la respuesta a esta cuestión va implícita en la misma pregunta, es decir, salvar al mundo significa tomar conciencia de que el mundo no es real. No hay que hacer nada a nivel externo para salvar al mundo. No es cuestión de gestos. 

Si el mundo es fruto de una visión que convierte en real lo ilusorio, lo que debemos cambiar es la causa de esa visión, es decir, el pensamiento que nos hace percibir como real lo que no lo es.

La visión correcta que nos abrirá las puertas de la salvación de este mundo es la que nos lleva a percibir de forma verdadera la identidad del mismo.

Cuando dejemos de darle importancia a lo que percibimos externamente, el mundo dejará de ser un lugar de sufrimiento, castigo, miedo y dolor, para transformarse en un espacio donde podamos dar testimonio de la verdad y donde cada experiencia refleje nuestra verdadera realidad.

Ya lo hemos mencionado antes: no podemos dar lo que no tenemos. Decir "voy a salvar al mundo" es la declaración acertada cuando reconocemos quiénes somos en realidad. Es como afirmar: "Soy Hijo de Dios, un Ser Espiritual, y mi voluntad es expandir el Amor con el que fui creado".

En ese reconocimiento, no nos encontramos solos. Ese reconocimiento es la aceptación de que somos uno con el resto de nuestros hermanos, con los cuales formamos la Filiación Divina. Esa visión es la causa que producirá el efecto de salvar al mundo. Esto es así porque ver con esos ojos solo es posible cuando ya nos hemos liberado del mundo, cuando estamos fuera del sistema de pensamiento del ego que nos mantiene atrapados en el miedo. Podremos salvar al mundo porque primero nos hemos salvado a nosotros mismos. Ahora estamos listos para dar lo que tenemos y recibir lo que damos, como un regalo compartido.

A partir de ahí, si así lo queremos, podremos mostrar gestos externos que reflejen esa visión de unidad. Pero esos gestos estarán libres de juicios condenatorios; es decir, no criticaremos las acciones que consideremos “malas”, sino que nos enfocaremos en llevar nuestra luz a donde sea necesario disipar la oscuridad.

Reflexión: Cuando das, ¿pierdes o ganas?

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