I. La canción olvidada (1ª parte).
1. No te olvides nunca de que el mundo que "ven" los ciegos tiene que ser imaginario, pues desconocen el verdadero aspecto del mundo. 2Tienen que inferir lo que se puede ver basándose en datos que son siempre indirectos y reformular sus deducciones según tropiezan y se caen debido a lo que no reconocieron, o bien pasar sin sufrir daño alguno a través de puertas abiertas que ellos creían cerradas. 3Y lo mismo ocurre contigo. 4Tú no ves. 5Las indicaciones en las que te basas para llegar a tus conclusiones son erróneas, y por eso tropiezas y te caes encima de las piedras que no viste, sin darte cuenta de que puedes atravesar las puertas que, aunque creías que estaban cerradas, se encuentran abiertas para los ojos que no ven, esperando a darte la bienvenida.
2. ¡Qué descabellado es tratar de juzgar aquello que simplemente se podría ver! 2No es necesario imaginar qué aspecto debe tener el mundo. 3Antes de que lo puedas reconocer como lo que es, tienes que verlo. 4Se te puede mostrar qué puertas están abiertas, para que así puedas ver dónde radica la seguridad, qué camino conduce a las tinieblas y cuál a la luz. 5Los juicios siempre te darán indicaciones falsas, pero la visión te muestra por dónde ir. 6¿Por qué tratar de adivinarlo?
El juicio es el resultado de querer ver el mundo a nuestra manera, llevándonos a interpretarlo tal y como deseamos que sea. Cuando nuestra voluntad se alia con el deseo de ser especial, con el deseo de ser los artífices de nuestras creaciones, lo que realmente estamos haciendo es proclamar nuestra emancipación del Creador. Los efectos que ocasiona dicha elección son la pérdida de la verdadera visión que nos mantiene unidos a la Fuente que nos ha creado y a Su Creación. El amor es sustituido por la creencia en la separación, la cual dio origen al pecado, a la culpa y al dolor.
El juicio puso fin al Conocimiento directo con Dios.
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